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Estamos en 2021, en medio de una pandemia y todavía estamos cuestionando la validez de la lucha de un ser humano por su salud mental. Qué cansado.
Hace casi un mes la tenista Naomi Osaka, quien ha sido número uno de la clasificación de la Asociación de Tenis Femenino (WTA), se tuvo que retirar del Abierto de Francia Roland Garros después de recibir odio por no participar en las conferencias de prensa del torneo. En un tuit, Naomi, de 23 años y siete títulos (cuatro Grand Slam), anunció que no iba a hablar con prensa durante el abierto porque «la gente no tiene en cuenta la salud mental de los deportistas» y «no voy a someterme a personas que dudan de mí”. Algunos periodistas y el mismo torneo lo tomaron de la peor manera, dudando de sus razones, troleandola y atacándola.
Después de ver algunas respuestas decidió salir de la competencia y sacar otro tuit explicando: «Quien me conoce sabe que soy introvertida, y cualquiera que me ha visto en los torneos se puede dar cuenta de que a menudo uso audífonos, ya que eso ayuda a mi ansiedad social». Agregó que en París, «ya me estaba sintiendo vulnerable y ansiosa, así que pensé que era mejor ejercer el cuidado personal y omitir las conferencias de prensa».
Naomi sabe lo que le dispara su ansiedad, quiso protegerse de alguna manera y trató de poner límites. ¿CÓMO se le ocurrió? (Es ironía). Muchos dicen que es parte del trabajo pero… ¿realmente lo es? Le pregunté a la psicóloga Vale Villa qué pensaba de todo el odio que recibió la tenista por decir que necesitaba tiempo para cuidar su salud mental y respondió: «podría no estar deprimida y excluirse de lo mediático. Su única obligación es jugar partidos. La sociedad del espectáculo es salvaje y voraz».
Una columna de The Guardian señala que esta práctica es obsoleta en la actualidad y pone de ejemplo algunas de las preguntas que se le ha hecho a mujeres tenistas: «Me di cuenta de que tuiteaste una foto. ¿Estás preparada para que, si sales a correr por mucho tiempo te consideren un símbolo sexual, dado que eres muy atractiva?» (a Eugenie Bouchard, de 19 años, en Wimbledon 2013). Otra pregunta que le hicieron a Maria Sharapova, de 17 años, en Wimbledon 2004: «Ahora eres una pin-up, especialmente en Inglaterra. ¿Eso es bueno? ¿lo disfrutas?».
Claramente no son todas son así, pero ¿cómo algunos periodistas todavía tienen trabajo luego de preguntas como esas? Es entendible por qué Osaka quería blindarse y estar preparada para uno de los torneos más importantes del mundo.
Si para quienes no competimos ya es difícil admitir que tenemos estos problemas no me imagino cómo es para una atleta de alto rendimiento. «Existe este estereotipo de que un atleta es una especie de gladiador, una especie de héroe», dijo la psicóloga de deporte Daria Abramowicz a CNN en una nota y no puedo estar más de acuerdo. Solemos poner este halo de perfección a los atletas e incluso a personas que son exitosas.
Me sigue impresionando con qué facilidad juzgamos y criticamos a las celebridades (en una edición pasada de Colectiva hablé de Britney Spears). Por ejemplo, en un tuit, un periodista escribió le parece «tonto» brindarle «empatía y ayuda» a una persona con tanto éxito porque tiene todos los recursos imaginables a su alcance.
Por decir poco, es lamentable leer esto. Hay que romper con la idea de que al volverte famoso o al tener mucho dinero automáticamente dejas de sentirte triste, ansioso o desolado. A los trastornos mentales no le importa tu estatus social, edad, género o situación económica. Nadie está protegido de deprimirse y menos de buscar ayuda o empatía de la gente.
Y aquí hay algo bien importante: todo lo que se escribe en redes sociales tiene peso y consecuencias reales. Puede que Naomi Osaka no lea tus comentarios pero tus amigos, familiares o colegas que están pasando por lo mismo sí lo harán. ¿Crees que van a querer platicar de cómo se sienten después de leer todo el odio que le echan a quien sí habló de su ansiedad? Por supuesto que no. Así es como se construye el famoso estigma a los problemas mentales que tanto evita que más gente pida ayuda.
Algo bastante grave para los mexicanos ya es que el 15% de esa población vive con algún trastorno mental de depresión, ansiedad o fobias, según la UNAM. Y esos son datos del 2019; en el presente la cifra debe ser mucho mayor.
Este newsletter está hecho con la intención de hablar más de salud mental y tratar de normalizar que todos tenemos problemas, emociones que entender y que trabajar en nuestra salud mental. Hay que hacer una plana que diga mil veces: el sufrimiento de una persona no es más válido que el de otro.
Como me dijo Vale Villa: «La depresión (de Naomi Osaka) sí es lo que hay de fondo, no tiene que ver con clase social. Acosar a quien sufre, no respetar el derecho al silencio, es una venganza». Eso parece: una venganza, un castigo por pedir ayuda, por establecer límites.
🍳 Explotación laboral en restaurantes. Usualmente utilizo este espacio para cosas más noticiosas pero TerrorRestaurantesMX publica en Twitter e Instagram sobre los abusos que la industria restaurantera tiene con sus empleados y es importante difundir y hacer conciencia sobre lo inaceptable que esto es. A través de denuncias en redes hablan de la precariedad laboral, las largas horas de trabajo, la falta de contratos, cómo las escuelas les han enseñado a aguantar maltratos, los gritos que tienen que soportar de los chefs o dueñ@s de los restaurantes y de los efectos que eso tiene en su salud física, emocional y mental. Hicieron un manifiesto con lo que le piden a la industria. Ojalá lo puedan leer. (Infobae)
🆘 Psicosis y covid. Un pequeño número de sobrevivientes de COVID-19 sin enfermedades mentales previas, han desarrollado síntomas psicóticos después de contagiarse del virus. Los doctores creen que esto podría ser el resultado de una respuesta inmunitaria, problemas vasculares o la inflamación derivada del proceso de la enfermedad. Aunque estos síntomas extremos solo han afectado a un pequeño porcentaje de personas, han aparecido casos en todo el mundo. Si conoces un caso así es necesario ir a urgencias de inmediato y pedir ayuda médica. Por esta y mil razones más hay que seguirse cuidando, usando cubrebocas y vacunarse apenas se tenga la oportunidad. (Pam Belluck/New York Times)
Seguir. Empecé a seguir a Milagros en Twitter desde que uno de sus tuits contando cómo llegó a Harvard se hizo viral. Aquí cuenta la historia de su vida. Spóiler: Habrán lágrimas de las buenas.
Escucha: Mi última obsesión es con el soundtrack de Lin-Manuel Miranda de la película ‘In the Heights’, traducida como «En el Barrio». Traté escuchar algo más sin éxito así que no puedo hacer nada más que recomendarla (igual que la peli). (Después hablaremos de las críticas de esta película)
Lee. Este texto con video sobre la esclavitud africana y su legado en el Caribe.
Lee. Esta nota de NYT con un ángulo interesante sobre cómo los jóvenes ‘influencers’ de redes sociales están exhaustos y en crisis (al igual que toda la fuerza laboral).
Y en este mes del Orgullo🏳️🌈 recuerda siempre pelear los derechos de todos a ser aceptados, reconocidos y a que nuestros derechos estén garantizados.
Gracias por llegar hasta acá. Este edición de Colectiva fue hecha mientras escuhaba en loop "In the Heights” 🎶. ¿Qué más me recomiendas escuchar? Recuerda que nos puedes escribir todas tus opiniones, sugerencias o recomendaciones a Twitter o al correo. ¡Nos vemos en la siguiente edición!